83. Leer el bache de la ciudad

 
 

Leer el bache de la ciudad

Pablo ofreció ir a recogerme al aeropuerto. En el camino cayó en un bache y se le rompieron dos llantas de costado. La primera la cambió sobre el viaducto, a las dos de la mañana y con lluvia, y la segunda aguantó hasta el estacionamiento del aeropuerto. Los dos regresamos a mi casa en taxi. Al día siguiente localizó una vulcanizadora, de 24 horas los 365 días del año, que vendió y colocó dos llantas usadas para poder sacar el auto del estacionamiento y no siguiera corriendo el reloj marcador. Después hubo que comprar otras dos llantas nuevas, pues las suyas eran irreparables. El chiste le salió en 7 mil pesos. La mitad del costo del vuelo de avión si hubiéramos viajado juntos. Yo había comprado algunos regalos para dárselos paulatinamente: a mi regreso, en su cumpleaños, en navidad. Se los entregué al mismo tiempo.

¿Te lo pagó el seguro de la ciudad?, le preguntaron en una sobremesa, haciendo referencia al servicio que la Secretaría de Obras y Servicios (SOBSE) ofrece como responsabilidad patrimonial hacia los ciudadanos por faltas en el mantenimiento de la vialidad. Para abrir el caso hay que llamar en el momento y lugar en el que sucede al 55 5658 1111, informar ubicación, datos y activar el procedimiento. Fotografiar el bache, señalar lugar del incidente, llamar al seguro del conductor (si el auto no está asegurado no opera) y al seguro de la ciudad de la ciudad para que se realice el peritaje. Si el conductor no trae placas de la ciudad, si se considera que venía con exceso de velocidad o que intencionalmente no evitó el bache, el pago no procede. Si en las dos horas que promedio tardan los ajustadores en resolver el embrollo, el resultado es positivo el pago se realizará en los siguientes 10 días hábiles. Un proceso tortuoso e ineficiente, por decir lo menos. Más si se realiza a las dos de la mañana, sobre viaducto, con  lluvia atípica.

Esta anécdota es una entre millones en las que afortunadamente solo el auto salió lastimado. Es menos peor que una llanta caiga en un bache a que una persona lo haga. Todas, todos y todes estamos afectados malamente por las calles de la ciudad donde vivimos. Para ubicar este suceso personal en el contexto de la Ciudad, valga saber que en la CDMX las validades de arterias principales, avenidas, calles y callecitas suman entre 10,200 y hasta 15,000 kilómetros, según la fuente. La distancia que hay de la Ciudad de México a Australia. Que de nada serviría repavimentar con lo que realmente se necesita, concreto hidráulico permeable, suponiendo que se tiene la voluntad política y un crédito millonario, si no se arregla al mismo el sistema de drenaje. Si se suman la red primaria y secundaria de drenaje de la Ciudad, estamos hablando de 11,644 de kilómetros de tuberías insuficientes y dañadas que habría que reparar, la distancia de aquí a Estambul.

En el fondo de cada bache está la necesidad inminente de reconstruir la mitad de la circunferencia de la tierra, en calles y drenaje. La ciudad para la que se planearon esos servicios ya no existe, y el descuido político es evidente. Las lluvias atípicas son normales, y es ya cotidiano que las casas se inunden, se pierdan millones de pesos en inmuebles, la gente sana y enferma viva en la azotea, se pierdan mascotas, la gente se fracture en las banquetas. Si algún gobierno tiene los arrestos para arreglarlo, con todo lo que implica en costos políticos, sociales, monetarios, quizá, de verdad, empecemos a salir del  verdadero bache que es la ciudad.

Edmée Pardo para Opinión51

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