84. Leer según los lectores.
Leer según los lectores.
¿Qué libro me recomiendas?, me pregunta un recién conocido. Supone que mi oficio me permite tener a la mano una cantidad de opciones que le sirvan. Me siento como cuando un vecino de mesa inquiere al médico que tiene a su lado en una boda sobre el dolor de pecho que siente. La respuesta sería la misma: habría que examinarte. Un médico no puede dar una opinión así a la ligera, e idealmente tampoco se debe hacerlo, a la ligera, recomendar un libro. No se trata solo de pensar en un título, sino en la persona a la que va dirigido. Un libro para quién, qué le gusta, en qué momento de su vida anda, el soporte de su preferencia.
Hace poco tomé un curso dirigido a mediadores de lectura y Pepe Trivez, un experto en el tema, sistematizó en cinco preguntas un método para conocer al lector y hacer recomendaciones exitosas.
La primera es cuál fue el último libro que leíste. La segunda, cuál fue el último libro que leíste por recomendación; la tercera, cuál fue el último libro que leíste por tu propio impulso; la cuarta, cuál fue el último libro que leíste con dificultad pero que al final valió la pena hacerlo; y la quinta, cuál fue el último libro que abandonaste. Con estas respuestas tenemos una radiografía a vuelo de pájaro sobre nuestro lector e intuimos algo ya de sus intereses, gustos y nivel de lectura. Tenemos elementos para recomendar un libro que pueda serle atractivo y de provecho.
Cuando no hago esto, cuando desconozco al lector potencial y recomiendo un libro que me haya gustado y me reencuentro con la persona interesada, me pregunta qué es lo que me atrajo tanto de aquella lectura con la que de plano no hubo resonancia. Esperaba algo más interesante debido a mi entusiasmo, pero no encontró un texto acorde consigo. Tengo que justificarme, casi pedir disculpas por haberlo guiado por un camino empinado. Así que más que hablar de mí y mis lecturas prefiero asomarme, hacer unos exámenes dijera el médico, para conocer al paciente y hacerle una receta a la medida.
La cosa se complica más cuando no solo me piden que le sugiera un título sino una manera para que sus hijos lean. Y aunque tengo la respuesta, llevarla a cabo es mayor reto. El método que mejor resulta es el contagio. Se contagia la risa, el llanto, la pasión por un deporte, el gozo de la lectura. Si tú lees con gozo es probable que tus cercanos quieran vivir la experiencia. No se trata de obligar, sino de contagiar, por contacto directo o indirecto, del placer que causa leer. Cuando se conoce nadie se lo quiere perder.
Y ya el máximo nivel de complejidad es cuando solicitan que recomiende, en consecuencia, un libro que le guste a toda la familia, algo para compartir con lo hijos, tener una lectura común. Ahí ya casi casi quiero hacer un árbol genealógico, por lo menos una constelación familiar.
En cualquiera de los tres casos me aventuro, echo nombres de libros al vuelo, hablo de autores, de algunas experiencias provocadas por la lectura, porque ninguna conversación me interesa más que aquella que hay detrás de los libros que algún día llegarán a nuestras manos.
Edmée Pardo para Opinión51