51. Leer el viento

 
 

Leer el viento

Fui a la Patagonia chilena que en horas de viaje es lejos, lejos, lejos. Un vuelo de 8 horas a Santiago, luego otro de 6 horas a Punta Arenas, más un camión de 3 horas a Puerto Natales. Es casi la cola del mundo porque todavía más abajo está Puerto Williams que es el último sitio de donde salen barcos a la Antártida. Llevaba una maleta de 12.4 kilogramos para 10 días armada con la lógica del sistema de capas. Prendas que te puedes poner una sobre otra o quitar en el mismo sentido según la temperatura ambiente ya que en esos lugares suceden todas las estaciones durante el mismo día. Fui a llenarme los ojos de montañas nevadas, de estepas y pampas que solo los expertos distinguen por el color y el largo del pastizal, de glaciares y bosques de lengas, de la simpatía de los guanacos. El pretexto fue celebrar la vida de una amiga que cumple 50. 

Cuando en las recomendaciones del viaje leí “muy abrigado” no entendí al tipo de frío que se referían. No es un frío ambiente, quieto, sino el que provocan las turbonadas de la zona austral. Y eso que fuimos en el otoño que es mucho más benevolente que su invierno. Los vientos patagónicos son fuertes, fríos, secos y se miden mediante un anemómetro, un instrumento de lectura que registra el desplazamiento horizontal del viento en metros por segundo. Y aunque a mí el aparato me parezca de lo más moderno en tecnología, su primera versión data del siglo XV, cuando el arquitecto León Battista Alberti colocó un disco de forma perpendicular al viento cuya inclinación medía la intensidad. Este hombre, dice Wikipedia, escribió el tratado humanista más importante sobre arquitectura clásica: El arte de edificar. El viento es determinante a la hora de planear las construcciones por alturas, corrientes; también influye en el crecimiento de los árboles, regula la temperatura, el vapor de agua, pero sobre todo es fundamental para volar: el anemómetro es un instrumento básico en la aviación. Los anemómetros digitales, portátiles, disponibles en cualquier tienda en línea, incluyen un pequeño ventilador por donde pasa el viento que luego traduce en números y datos que los especialistas saben cómo aplicar y yo debiera poderlo traducirlo a ropa sobre mi cuerpo. Pero hubiera es la conjugación verbal que usa la esposa del diablo. Los conos anemoscipios son un aro con una manga plástica de color naranja para viento que se llena y mueve dependiendo de la intensidad de los aires. Se usan para el campo, las pistas aéreas, los yacimientos, las industrias químicas. Los que usan las estaciones meteorológicas ya son muy sofisticados, con sensor exterior inalábrico, wifi y otras monerías como alertas, registro de datos, velocidad del viento, temperatura, humedad interior y exterior.

Me gustaría mostrar algunas fotos de mi persona en esos parajes que caminé, pero apenas asomo bajo las capuchas de los rompevientos, dentro de los gorros de alpaca bebé que son una verdadera maravilla, o bajo mi pelo que danza como un reguilete.

Edmée Pardo para Opinión51

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