25. Leer y comentar en compañía

 
 

Todos hemos oído habar del libro clubs, círculos de lectura o club de lectores como una forma social, relativamente moderna, formada por agrupaciones de individuos libres que se juntan para hablar de libros, autores y de su experiencia lectora.  Si bien han adquirido popularidad en las últimas décadas, en el siglo XVII ya se practicaban veladas literarias y tertulias; y en los dibujos de las vasijas griegas constatamos sus inicios cuando alrededor de un lector se reunía un grupo de oyentes.  Y es que la lectura, desde el principio de los tiempos, más que ser una actividad personal y solitaria, es un hacer social.

Pareciera que el objetivo de dichos clubes, el día de hoy, es fomentar y dinamizar la lectura en la medida de que, al establecer periodicidad y temáticas de interés, los participantes se obligan voluntariamente a cumplir con el objetivo que se hayan planteado. La motivación para terminar un libro al mes o cada quince días es fundamental para cumplir ese deseo de retomar el placer de leer, pero que por razones de la vida cotidiana pasa a un último lugar.  Si bien esto es cierto, yo creo que los alcances son mucho más amplios.  

Un libro leído por 15 personas se convierte en 15 libros distintos y esa multiplicidad es la que enriquece el diálogo.  En los clubes de lectura aprendemos a reflexionar y a analizar aspectos del libro que pasan desapercibidos y que gracias a otro lector adquieren protagonismo. Aprendemos a mirar personajes, situaciones y metáforas de un modo más completo. Ya sea por sugerencia de la coordinadora o de otro miembro del club, nos acercamos a temáticas y autores lejanos con los que ampliamos horizontes pues leemos libros a los que no hubiéramos llegado por nuestra cuenta. También aprendemos a articular las ideas que genera lo que leímos (la mayoría de las veces ese pensamiento se queda en las nubosidades del silencio) y, quizá lo más importante, aprendemos a escuchar al otro. En ese diálogo intercambiamos ideas, puntos de vista, nos descubrimos frente a cierto argumento y conocemos a nuestros compañeros desde un recodo que el encuentro casual no permite. También practicamos otras formas de lectura ya sea en formato electrónico o audible que nos actualizan en aptitudes tecnológicas.  Por si eso fuera poco, se activan actividades cerebrales como memoria, retención y concentración lo que retarda el envejecimiento.

Otro de los grandes aciertos de los clubes de lectores, y para mí el mayor, es que son un lugar para socializar con personas con intereses comunes y hasta para generar amistades profundas y duraderas. Yo me armo gran parte de la vida dentro de círculos de lectura, son un modo de trabajo y también una fuente de cariño. Tengo nuevas amigas que me han regalado los libros, conozco sus casas y hasta soñamos con irnos de viaje a donde los libros nos quieran llevar. Ya sabemos que son los afectos los que definen la calidad de la vida y mantenerlos gracias a leer en compañía es de lo mejor.

Edmée Pardo para Opinión51

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