Dolor de cabeza
La muchacha llega a casa y le dice a su mamá que otra vez le duele la cabeza. La madre contesta lo que le responde siempre: recuéstate un rato.
La adolescente cierra con llave la puerta de su alcoba. Se desabotona los vaqueros, los deja a las rodillas y se tira en la cama. Evoca al profesor de biología con su bata impecable, su olor a médico, sus manos frágiles cubiertas por una vellosidad grisácea. La muchacha se mueve lentamente de arriba a abajo, se frota con la colcha, se balancea en semicírculos pequeños. Piensa ahora en los ojos pequeños del maestro, saborearía su boca. Un calambre tenue le viene desde las piernas y termina en una contracción a la altura del vientre.
La muchacha sale del cuarto con otro semblante. Le dice a la mamá que se siente mejor, que ya no le duele la cabeza. La madre le contesta: Ya ves, la cama siempre conforta.