La madre, la niña y la cama

 
 

En esta historia participan tres elementos: una madre enloquecida, una niña torturada, y una cama, guarida de la infante. No importa de qué modo se combinen ni en qué orden, el resultado es el mismo: la mujer porque odia su vida propia maltrata a la chiquita con quemaduras de cigarro y golpizas que le hacen perder el sentido. Se sabe que le clavó un cuchillo en el brazo. La niña no se atreve siquiera a odiar a su madre y sobrevive ese infierno refugiada en su cama, curándose los golpes, dormida. La mujer, aunque se arrepiente, no puede controlar su violencia pero tampoco quiere hacer sufrir más a su hija, así que en un acto piadoso, según confesó ella, la roció con petróleo mientras dormía y después le prendió fuego. Así, en esta historia queda un solo elemento: una madre encarcelada. De la niña y la cama restan cenizas.

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