El dormitorio de Vincent
En 1889 Vincent Van Gogh, a pinceladas de óleo y sobre un lienzo, pinta su habitación de Arles: muros y maderas azules, un ventanal inundado de verde, un par de sillas amarillentas, una mesa, el aguamanil azul también, una que otra prenda junto con objetos personales y su cama: un cajón de madera clara, cabecera y piecera del mismo alto, un jergón que seguramente fue de pluma, sábanas blancas de lino, dos almohadones cuadrados, una cobija roja.
En 1889 Vincent Van Gogh pinta su cuarto, la cama donde deliraba colores y lo asaltaban pesadillas, donde recostó su cabeza sin oreja, donde leyó y releyó las cartas que enviaba Teo, donde no soñó que cien años después alguien daría cualquier cosa, cualquiera y no es exageración, por compartir la cama con el pintor. A manera de consolación, ese alguien tiene en la mesa de su dormitorio azul, junto a su cama de madera vestida con una manta roja, la tarjeta que porta una reproducción del cuadro. Sueña todas las noches con un campo de girasoles.