El tráfico

 
 

Lo encontraron atado de pies y manos a la cama de un hotel de mala muerte, todavía bajo anestesia. La tarde anterior una gringa lo sedujo. Él dijo a sus amigos que volvería a la mañana siguiente para emprender el viaje de regreso. Los muchachos lo esperaron durante seis horas, buscaron en los sitios que creyeron probables. Después oficiales y agentes peinaron la costera. Finalmente lo hallaron en esa habitación. Tenía los párpados suturados, vacías las cuencas de los ojos: su mirada vagaba ahora por el tráfico de órganos.

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