Que la cama me tragara

 
 

Hoy quisiera que la cama me tragara, que toda ella fuera una boca filosamente dentada y empezara a masticarme hasta convertirme en una papilla sin voluntad, lo que soy ahora, incapaz de dejarla. En cambio la cama hoy no es otra cosa de lo que fue ayer, una cama. Y no me tragará ni me guardará aunque pasen los días ni me protegerá de la gente por más que me haga ovillo ni desconectará el teléfono ni el interruptor de la luz. Permanecerá inmóvil, fría, mientras yo me acuesto sin consolación.

Anterior
Anterior

Cama perfecta

Siguiente
Siguiente

Una mujer cambia