Una mujer cambia
Una mujer cambia, y lo hace muchas veces, y muchas veces permuta sus pasiones. Ahí la tiene usted, loca por su hombre, por el cuerpo de ese hombre, a tal grado que lo único que piensa es en meterse con él en la cama, en no salir de ella. De tanta pasión, imaginó usted bien, salió preñada. Entonces, la mujer cambia. Hace de aquel fogoso lecho de amor un mar de almohadas donde quiere estar a solas con las manos en su vientre. ¿Ya lo ve? Pero la cosa ahí no para. El hombre que tanto amaba, ¿se acuerda?, después del parto siente nuevos bríos y desea regresar al juego delicioso del amor y las posiciones. Pero, ¿qué cree? La mujer cambia y ha sustituido al ser amado: ahora no puede dejar de adorar a ese crío, de llenarlo de besos y contarle historias cursis a quien comparte su cama.