Té madrugada 100
Aprendí a permanecer en la cama a pesar de no dormir: darle al cuerpo seis horas continuas de horizontalidad, sueñe o no, duerma o no, con ansiedad o sin ella, con montones de trabajo por resolver o sin pendiente alguno. Lo aprendí después de una temporada de insomnio en la que perdí el precario equilibrio de mi cuerpo y de mi ánimo, a cambio de pesadillas y la peor etapa de mi vida. Consulté a un doctor, que recomendó resolver mis desequilibrios en el siguiente orden: primero lo físico, luego lo psicológico y al final lo metafísico. Lo hice todo junto, al mismo tiempo, y poco a poco empecé a dormir. Hoy, sigo ese hábito que me salvó la vida: permanecer en la cama a pesar de no dormir, en un silencio se ha convertido en la fuente de estas palabras.