Té madrugada 82

 
 
 

Entró al cuarto con un té de canela en la mano derecha y en la izquierda, un caballito de tequila sazonado con miel, limón y jengibre. Los puso sobre el buró, me frotó la espalda y las plantas de los pies con mentol. Yo no era yo, sino el ser amorfo que me invade con la gripa. Empecé a dibujarme en cada sorbo y, después de un sueño sudoroso de fiebre y dulzor, amanecí junto a él, quien ya era más que él: el amado que me cuida.

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