Té madrugada 60

 
 
 

La media noche me baja los párpados y no vuelvo a abrirlos sino hasta entrada la mañana. No sé de mí, ni del tiempo, ni de las necesidades del cuerpo. Una noche que es un bloque compacto en el que no entran dudas, sonidos ni sueños. Una masa de ocho horas que se resume en un instante, en la nada. Me siento con ánimo y agradecida, pero extraño esa relación que he creado con la madrugada y sus misterios. 

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