Té madrugada 56

 
 
 

Hago yoga y tomo té, en mi casa, sobre un tapete, estas mañanas frías. Es una necesidad que sabe a lujo: algo se calienta, algo se estira, algo se expande en mi corazón y en todos los espacios de mi cuerpo. Es una combinación, con ritmo y tibieza, que me devuelve el orden y la certidumbre de que todo es perfecto aunque no parezca, aunque duela. Es en ese lugar donde sé quién soy. 

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