Té madrugada 176
El dolor no me deja dormir. Es el lenguaje del cuerpo, que grita aquello para lo que no he tenido oídos. Me chillan la pierna y la cadera, y no encuentro postura ni acomodo. Una almohada aquí, otra allá, un analgésico más. A fuerza de descanso algo se alivia, y solo recuerdo lo mal que estoy a la madrugada siguiente cuando, rota de dolor, voy al hospital arrepentida de mi terquedad.