Té madrugada 168

 
 
 

El trinar de un pájaro me despertó antes del amanecer. No era el canto que llama a otro miembro de la especie ni el que anuncia la mañana. Era un grito de pelea territorial, de esos que van acompañados de un fuerte aleteo. Imaginé a una pájara defendiendo el nido de algún enemigo: otra ave, una serpiente, un monstruo gris que desconozco. Afuera de mi cuarto se libraba en pleno la batalla por la vida en la costa de Guerrero mientras yo estaba perfectamente a salvo bajo mi sábana blanca.

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