Té madrugada 160

 
 
 

Las campanadas de la catedral acompañan la noche de quienes escogimos un hotel céntrico para pernoctar. Antes de dormirme suspiré en el balcón frente a la belleza de la ciudad histórica. Pero ya en la cama, el sonido del badajo llegó cada media hora sin dejarme descansar. Tristemente no había té, ni de bolsita, para acompañar el transcurso del tiempo a repiqueteos.

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