Té madrugada 159
Hay madrugadas que no he visto: las que tienen luz de día en el Polo Norte y las que pintan el cielo de colores con auroras boreales. Hay otras que no quiero ver: aquellas en las que el fuego cruzado hace de la noche un juego de artificio, las que se escurren tras los barrotes de las prisiones o en el lamento de los hospitales. Hay unas terceras que siempre anhelo: las que están llenas de quietud, de silencio, y en las que encuentro la tibieza de tu cuerpo.